TERESA BROSETA

Teresa Broseta

Biografía

 

Nací en Valencia en 1963. Sí, ya ha llovido un poco... Y aquí sigo, sin haberme alejado más que unos centenares de metros del lugar en el que transcurrieron mis primeros años, y sin la menor intención de hacerlo en el futuro. Me gusta mi ciudad y me gusta mi barrio. ¡Qué voy a hacerle!

De mi vida antes de empezar el colegio, a los cuatro años, lo que más recuerdo era que me moría de ganas de ir, como hacía mi hermana. No era sólo por imitarla, que también, sino porque lo que más deseaba en el mundo era aprender a leer. Me intrigaba enormemente lo que se escondía tras aquellos dibujitos negros que no conseguía descifrar, así que me pasaba la vida persiguiendo a los mayores para que me leyeran cualquier cosa: un chiste que salía en el periódico, una etiqueta… Pesada, ¿eh?

Supongo que, en gran parte, me atraía tanto la lectura porque mi padre vivía rodeado de libros y de palabras. Por una parte, era locutor de radio; por otra, actor desde su adolescencia, cuando debutó en la compañía de mi abuelo, Vicent Broseta Rosell, que era, en una pieza, autor, actor y director de teatro. Por ese motivo, mi infancia transcurrió en gran parte en el patio de butacas del teatro Talía, en el corazón de Valencia, asistiendo sin pestañear a una función detrás de otra y aprendiéndome de memoria largos fragmentos, que no entendía en absoluto pero que me resultaban fascinantes.

Cuando conseguí por fin que me enseñaran a leer, hundí la cabeza en los libros y tardé muchos años en volver a levantarla. ¡Ante mis ojos se abría un mundo infinito y yo quería recorrerlo entero! Hasta bien entrada la adolescencia, leí compulsivamente. Mis padres, y alguna que otra biblioteca, pusieron a mi alcance toda la literatura infantil que les fue posible, pero no era suficiente. En aquellos años, la literatura infantil era escasa y mi ritmo de lectura era muy alto, asíque me adentré rápidamente en la poesía, el teatro y la novela de toda clase y condición. Unos años después, los estudios y otras cuestiones de la vida cotidiana me obligaron a rebajar el ritmo, pero sigo aprovechando cualquier momento disponible para leer, contra viento y marea. Y para releer, claro, para reencontrarme una y otra vez con viejos y queridos amigos.

Entre lectura y lectura, me hice mayor y me licencié en Pedagogía en 1986. Las casualidades de la vida hicieron que terminara la carrera en un momento de crisis y de mucho paro, así que estuve un par de años dedicándome a actividades diversas hasta que entré a trabajar en la Agencia Tributaria, donde espero seguir hasta que me jubilen. Sin embargo, convencida de que los números no bastarían para llenar mi vida y de que algo más les debía a las letras, firmé a la vez el contrato y la matrícula en Filología Hispánica por la UNED, donde me licencié en 1993.

Empecé a escribir antes de la adolescencia, casi siempre poesía y algún que otro relato breve. Pero no fue hasta el año 2000 cuando empecé a escribir para niños, supongo que como una consecuencia natural de mi interés por la infancia, acrecentado por el hecho de tener hijos, y mi amor por la literatura. El premio Carmesina, obtenido en 2001 por mi primera obra infantil, La botiga del Carme, fue la llave que abrió la puerta de todas las historias que tenía por contar. Y en ello sigo.